Hoy se estrena en España la película Los Fabelman, dirigida por Steven Spielberg. El renombrado cineasta, autor de obras como Tiburón (1975), Parque Jurásico (1993), Salvar al Soldado Ryan (1998) o más recientemente West Side Story (2021), regresa con una historia semiautobiográfica.
Con un estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto en septiembre de 2022, la película ha conseguido siete nominaciones a los Premios Oscar. Entre otros, Mejor Película, Guion y Dirección. Coescrita y coproducida con Tony Kushner a partir de los recuerdos que Spielberg conserva en su mente, la cinta traslada a la gran pantalla los elementos que le llevaron a amar el cine y entregarse a él. Entre ellos, un factor familiar siempre presente (con sus alegrías, secretos y desengaños), situaciones de bullying y antisemitismo en el instituto, o un primer amor.
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Desde la infancia hasta la adolescencia y madurez, la película sigue los pasos de un joven Sammy Fabelman (alter ego de Steven Spielberg, interpretado por Gabriel LaBelle), aspirante a cineasta que descubre el poder del séptimo arte como herramienta para hacer feliz a uno mismo y a los demás. Sin embargo, cuando un secreto es revelado, el protagonista pronto se debate entre la ilusión de la verdad y la realidad de la memoria. ¿Cuándo comenzamos a ver a nuestros padres como seres humanos? Esta pregunta es una de las reflexiones que plantea Spielberg, explicando a grandes trazos las complejas circunstancias que afectaron a su relación con sus padres, fallecidos recientemente en la vida real.
Paul Dano, Michelle Williams y Seth Rogen en un fotograma de la película
Destapar las emociones contenidas
Michelle Williams y Paul Dano son los encargados de interpretar a los Fabelman: una concertista de piano y un ingeniero eléctrico, consiguiendo resaltar las emociones contenidas de cada uno. Factores como los desequilibrios mentales y emocionales, fruto del desengaño y la pérdida, o la oposición entre enfrentarse a la realidad o esconderla por el bien común, contribuyen a crear una atmósfera agridulce. Por una parte, el padre se presenta como alguien que sentía profundamente pero que no siempre sabía cómo expresarlo. Y por otra, la madre exterioriza el funcionamiento de una mente complicada, interpretada con gran maestría por Michelle Williams, que está deslumbrante. Tratado con perspectiva y madurez, todo contribuye a brindar empatía y comprensión hacia unos padres vistos como seres humanos con derecho a equivocarse.
Gabriel La Belle en un fotograma de la película
Pero no solo trata sobre la familia. Los Fabelman es una carta de amor al cine, presentado como ese fiel compañero al que aferrarse y que siempre está presente. Paul Dano explica en una escena algo que Spielberg toma aquí al pie de la letra: «No basta con amar algo. Tienes que cuidar de ello». Todo el corazón de Spielberg está en esta película. Al igual que ocurre con Belfast (Branagh, 2021) o Aftersun (Welles, 2022), la figura del director nos regala su parte más personal y en cierta manera vulnerable. Salvando las distancias, quizás se acerca más a Belfast, por el hincapié que hace en la familia y en el impacto del cine en una sala llena. A esto último también se añade la sensibilidad propia de un Cinema Paradiso (Tornatore, 1988) o El Espíritu de la Colmena (Saura, 1973). Jugando con miradas de asombro ante la pantalla, Spielberg juega con las emociones provocadas en los personajes por las imágenes en movimiento, trasladando el mismo efecto a la propia realidad
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Un Spielberg nostálgico y agradecido
Dos películas salen proyectadas dentro de Los Fabelman: The Greatest Show on Earth (DeMille, 1952) y El hombre que mató a Liberty Valance (Ford, 1962). Cada una con un significado distinto para Spielberg, ambas nos recuerdan la importancia e impacto que tuvo el cine en las diferentes etapas de su vida, presentado también como vía de escape cuando Sammy comienza a trabajar en sus primeros proyectos. Porque la vida no es como las películas. Y, sin embargo, las películas nos ayudan a aferrarnos a la vida. Así, el cine se presenta como una forma para conocer verdades y destapar mentiras.
David Lynch como John Ford en un fotograma de la película
Planos imposibles, casi mágicos, nos revelan el ingenio de un joven Spielberg. Destacan las actuaciones del elenco, la dirección, el guión, la fotografía y la partitura de John Williams. Además, la película sigue una estructura bastante resultona, dejando momentos para que la trama respire, logrando así resaltar escenas concretas. Por ejemplo: la secuencia de Williams bailando con un camisón transparente, momentos en la sala de montaje de Sammy, o el epílogo de John Ford (personalmente, lo mejor de la película). Este último es interpretado por el también director David Lynch, trasladando a la gran pantalla una anécdota que el propio Spielberg lleva años contando en entrevistas. De esta manera, y con un simpático guiño en el plano final, Spielberg nos recuerda quién es el que está detrás de las cámaras, demostrando que nunca ha dejado de ser ni soñador ni ingeniero.
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