El pasado viernes 17 se estrenó Nosotros no nos mataremos con pistolas, la última película de María Ripoll. Con guion de Antonio Escámez y Víctor Sánchez, y basada en una obra teatral de este último, la película narra el reencuentro de un grupo de amigos tras una larga desconexión entre ellos, en el que afloran los miedos, inseguridades y trapos sucios más ocultos.
Blanca (Ingrid García Jonsson) invita a sus amigos Miguel (Joe Manjon), Elena (Elena Martín), Marina (Lorena López) y Sigfrido (Carlos Troya) a la antigua casa de su abuela, en el pueblo, para celebrar juntos las fiestas patronales. Después de años sin verse, la velada se empaña por la cantidad de secretos, equívocos y rencores acumulados durante años.
La nueva película de María Ripoll nos coloca frente a un grupo de personas perdidas dentro de sus propias vidas. Bien por desengaños amorosos, fiascos laborales o una desesperanzadora mezcla de ambos, el grupo de amigos se reencuentra con una alegría más bien contenida, que rivaliza con el enorme equipaje emocional que les ralentiza y agota. Por si fuera poco, el reciente suicidio de Paula, una amiga más del grupo y prima de Blanca, les iguala a todos en sus miserias, poniéndoles un espejo delante y obligándoles a ser testigos de sus propios fallos.
El reencuentro de estos amigos nos lleva de viaje a los momentos más bajos del autodescubrimiento personal de quienes salen de la veintena. El mundo es menos brillante, se tiene menos energía y la vergüenza y el escepticismo pesan sobre los hombros. Quizá, y solo quizá, para eso venga bien tener un grupo de amigos que te cuida y te apoya: para compartir esos momentos y hacerlos menos duros de manera colectiva.
Fotograma de Nosotros no nos mataremos con pistolas. La única pistola que aparece en la película es de juguete
A medio camino entre la música típica de un western y el inconfundible sonido valenciano de Orxata Sound System se desarrolla este agridulce relato sobre el reencuentro y las expectativas frustradas. Sobre esto y otros aspectos clave de la película hablamos a continuación con María Ripoll.
Quería preguntarte por lo más evidente y, de primeras, llamativo de la película: su estética de western. ¿De dónde surge este planteamiento?
Viene de varios sitios. Por un lado, de Joan Bordera, el director de foto, al ver el paisaje posindustrial, el puerto de Sagunto, las playas… Este paisaje un poquito desolado es el marco ideal para unos personajes que llegan a un pueblo al que no quieren llegar, y si quieren llegar, no quieren contar toda la verdad. Además, en el texto, los personajes se retan como si de un duelo de pistoleros se tratara. Luego, a Simon Smith le enseñé unas referencias de los hermanos Gutiérrez. Entre los tres sacamos este concepto de acercar la narrativa al western, que creo que le va muy bien a la película por la forma y por el contenido.
Detrás de las cámaras de Nosotros no nos mataremos con pistolas
A propósito del espacio en el que se enmarca la película, ¿cómo de importante era que tuviera ese aire desgastado e incluso un poco abandonado?
Para mí era importante, sí. [En Nosotros no nos mataremos con pistolas] está un poquito más desolado que en la realidad, pero marca mucho el estado de ánimo de los personajes. Cada uno tiene un sueño o una expectativa que no se cumplió —los sueños van de eso—. Es un reencuentro de amigos que tienen una asignatura pendiente del pasado. Yo creo que a Miguel le ha costado mucho ir ahí. se ha encontrado en ese autobús, medio dormido, después de tres días de marcha y de repente dice: “Bueno, vale, tengo que bajar”.
Los amigos de toda la vida son los que más te miden, y ninguno quiere enfrentarse a confesar que no tiene la vida que esperaba a los 30.
Detrás de las cámaras de Nosotros no nos mataremos con pistolas
Son los que más te miden porque tienen referencias tuyas a lo largo de mucho tiempo, y creo que eso está presente en la película. ¿Cómo manejas la tensión que hay entre los personajes? Es una película con muchos silencios y sobreentendidos.
Para mí, la película va de eso. De lo que no se dice, esos silencios y esa tensión. Nadie quiere confrontar eso, y sobre todo, cuando no te han salido las cosas como querías, confrontarlo con los amigos. Todo eso del pueblo pequeño, de las señoras hablando bajito… Nadie quiere demostrar la verdad.
Eso lo trabajamos muy bien con los actores. Mi motivación para hacer esta película era este laboratorio de actores, poder trabajar con ellos y adaptar una obra de teatro, donde todo es más expresivo. En el proceso de ensayo trabajamos mucho las miradas, los silencios, el [trabajar] desde dentro. La verdad. Los actores en cine tienen que trabajar con la verdad.
Este texto tan maravilloso de Víctor Sánchez tiene mucho subtexto. Eso es lo que me atrajo más. Pude trabajar mucho con los actores desde ese punto de no decir, pero con una mirada o un gesto, decir muchas cosas.
Fotograma de Nosotros no nos mataremos con pistolas
La ausencia de Paula sobrevuela toda la película, y esta se entiende mejor cuando los vemos juntos en la cinta de vídeo. De repente vemos que los huecos que hay en la película se llenan con ella y entendemos muchas cosas.
Todo aquello que no se ha dicho, de repente entiendes por qué no se ha dicho. Esa escena del vídeo la grabamos el último día de rodaje porque ya habían pasado mucho juntos. Habíamos tenido la suerte de poder ensayar en Madrid, en Valencia y en la misma casa, y fue muy chulo porque salieron muchas cosas, pero en ese momento ya habíamos grabado el resto de la película y ya había mucha química, que ellos la trabajaron muy bien. Parece que sean amigos de toda la vida.
Hay cosas en el vídeo que habían pasado antes, como por ejemplo lo de: “¡Ulls, ulls, ulls!”. Esto había pasado en rodaje y en el último día lo pudimos recrear en el vídeo. Estas son cosas que pasan, surgen espontáneamente y son las que se quedan.
Fotograma de Nosotros no nos mataremos con pistolas
Los personajes a veces hablan en castellano y otras en valenciano, ¿supuso un problema para parte del elenco aprender valenciano para el rodaje?
No, todos los actores se entregaron a tope para crear esa amistad de la infancia y a ser valencianos. A mí me preocupaba, Joe e Ingrid no hablaban valenciano y se lo curraron a tope. Ya llegaron con unas expresiones… ¡"Mel de romer”! Ingrid y su coach habían estado investigando. Son actores muy profesionales, con mucha entrega, que lo han hecho muy fácil. Eso ayudó también a la convivencia.
Yo a veces les decía: “Bueno, ¿vamos a tomarnos una cerveza?”, y ellos me decían que se tenían que ir a estudiar. Son muy serios y muy profesionales, y eso se nota. Además lo hacían creando ese vínculo y ese buen rollo. Es de los rodajes en los que mejor me lo he pasado en mi vida, y llevo 12 pelis. Eso es gracias a unos actores entregados y a un equipo fantástico.
Joe Manjon e Ingrid García Jonsson en el rodaje de Nosotros no nos mataremos con pistolas
¿Dónde puedes ver Nosotros no nos mataremos con pistolas?
La película ya está disponible en cines.
😍👏👏👏