“Probablemente te sorprenda, pero yo no soy muy amante del terror”, reconoce casi con timidez antes de empezar la entrevista. Para cualquiera que eche un ojo a su filmografía, esa afirmación es sorprendente, ya que Pablo Rosso es, probablemente, el director de fotografía más prolífico en el género dentro de la industria española. A sus espaldas está el trabajo de fotografía de la saga REC, de Paco Plaza y Jaume Balagueró, así como Verónica (Paco Plaza, 2017), Voces (Ángel Gómez Hernández, 2020) o la pendiente de estreno en salas, Veneciafrenia (Álex de la Iglesia).
¿Cómo acabas dirigiendo la fotografía de películas de terror?
La verdad es que ha sido una cuestión casi de casualidad. He hecho películas que como espectador a mí no me atraen, pero trabajar con buenos directores y hacer buenas películas ha sido una suerte para mí. Ahí hay un sentimiento encontrado… Qué te voy a contar de Paco, Jaume, Álex… He trabajado con excelentes directores, lo que me ha permitido hacerlo desde la seriedad y la convicción de que estamos haciendo algo bueno, aunque a mí no sea un género que me atraiga.
¿Cómo llegué a ello? Por casualidad. Yo trabajaba en publicidad, y en un momento dado tuve una charla con el jefe de producción de un anuncio de Frenadol y surgió en la conversación que a mí me gustaría hacer cine más que publicidad. Él me comentó que estaban haciendo un corto y que no tenían dire de foto todavía, que si quería me presentaba al director. Me presentó a un chaval que se llamaba Paco Plaza. Así hasta hoy.
El corto Abuelitos (1999) fue el comienzo de la colaboración artística entre Paco Plaza y Pablo Rosso
Una de las cosas más interesantes de la dirección de fotografía es apoyar y enriquecer la narrativa de la película desde las imágenes. ¿En qué película crees que has podido contar más cosas a través de tu trabajo?
Hay una película que marca un punto de inflexión en todo esto, y en mi vida en general, que es REC (2007), que es curiosamente la película que se hizo con la cámara de menos calidad, con el equipamiento más sencillo y con el lenguaje más innovador. Eso cambió mi vida totalmente.
Fotograma de REC
Si bien yo siempre trabajo desde la seriedad y siempre aporto todo lo que puedo en términos de técnica, narrativa, de emoción y demás, en REC sí que me siento un poco orgulloso porque me veo bastante padre de esta cosa que surgió un poco de una especie de apuesta: “Vamos a grabar una peli en tres semanas, con presupuesto ínfimo, pero vamos a hacer algo que se sale de la norma”. No fue la primera con este lenguaje pero yo creo que funcionó y que mi aportación fue bastante significativa, afortunadamente. Lo digo desde el conocimiento de que esto es un trabajo de equipo y que yo soy parte de un grupo de locos que siguió a Jaume y Paco en una idea bastante singular.
Es una película que en las clases siempre sale, por un motivo u otro. Ya se ha convertido en uno de esos clásicos del cine español.
El primer día de rodaje me vino un actor y me dijo: “oye, ¿tú crees que esto tiene futuro? ¿Qué está pasando aquí? ¿Esto se va a estrenar algún día?” y yo como, “pues espero que sí”.
Saber que la estudian en alguna universidad, escuchar comentarios fuera de España… Ver que tu hijo crece así de saludable mola. Hay otra cosa que me gusta, veo imágenes y me da la impresión de que está envejeciendo bastante bien. Pasa a veces que cuando alguien hace algo que se sale un poquito de la norma luego no envejece bien. Por lo menos desde mi punto de vista, REC sigue bastante saludable.
¿Cuáles dirías que son los puntos importantes del género de terror a nivel visual?
Es una cosa que siempre hablo con alumnos y gente joven que está empezando. En el cine de terror hay una parte de la técnica que se aplica a todos los géneros, pero aquí especialmente. A través de la luz y de la cámara tienes que conseguir dos cosas: que el espectador ponga su atención donde tú quieres que esté, hasta llegar a distraer; y por otro lado hay una cosa en la que yo siempre hago mucho hincapié, y es que el cine de terror siempre va de la mano de la oscuridad. Si haces una película en la que no se ve nada, el espectador solo escucha el audio.
Fotograma de Verónica
Suena un poco a tontería, pero es muy difícil de conseguir. El espectador tiene que creer que aquello es oscuro, pero tú tienes que estar mostrando lo que tiene que ver. Tiene que ser “confortable” y aportar la información requerida.
Esas son, para mí, las dos técnicas clave del cine de terror.
¿Qué podrías contarnos de futuros proyectos?
Después de Veneciafrenia he grabado una película con Jorge Coira, el director de Hierro (Pepe Coira, 2019-2021), que no tiene nada que ver con el terror y se llama Código Emperador. La verdad es que pinta muy bien la peli. Proyectos futuros hay varios en la puerta, pero prefiero contártelo cuando estén más cerca.
Afortunadamente la cosa se está moviendo, cosa que, por otra parte, es la primera vez que me sucede. Cuando ocurre una situación de crisis seria, como la económica que sufrimos recientemente o esta de la pandemia, la primera industria que se resiente es la del entretenimiento. La pandemia ha traído consigo una gran demanda de contenidos que hay que satisfacer y eso se traduce en trabajo, así que afortunadamente la cosa pinta bien.