Es difícil no dejarse llevar por el sensacionalismo cuando hablamos de acontecimientos especialmente macabros o violentos. Hay algo dentro del ser humano que nos empuja a querer saber más, a pasear nuestros ojos allá donde nos dicen “no miren aquí, no hay nada que ver”. Este 2021 la película Tesis de Alejando Amenábar cumple 25 años y vamos a aprovechar para hablar sobre su tema central: nuestra relación con la violencia en el audiovisual.
Tesis cuenta la historia de Ángela, una estudiante de imagen que prepara una investigación sobre la violencia en vídeo. Tras la muerte de su director de tesis y encontrar una cinta con imágenes explícitas del asesinato de una chica de su campus, Ángela y Chema, su compañero, investigan quién grabó esa cinta.
Ver lo que somos
¿A quién no le gusta un poco de violencia explícita en sus películas? Desde sus comienzos, el cine ha retratado esa parte salvaje e inconsecuente que nos gusta ver reflejada en la pantalla. Golpes y catástrofes slapstick nos han llevado de la mano hacia cowboys, espías y gángsters, que a su vez han devenido en superpersonas con mallas ajustando cuentas entre puñetazos y rayos láser. En cualquier grado y casi a cualquier precio, la relación que entablamos con quien sufre en pantalla nos fascina y recompensa a quien la plasma. Recuerdo a un compañero de instituto que un día se topó con Holocausto caníbal (Rugero Deodato, 1980) y, convencido de que era un documental con todas las de la ley, se pasó medio año dando la murga con lo explícito y fascinante de la película. Al contrario que el Chema de Tesis, este compañero no era un gourmet del cine violento, pero algo en la cinta de Deodato atrapó su atención hasta el punto de obsesionarle.
De eso, y no de otra cosa, habla Tesis. Del magnetismo de lo abyecto, nuestra atracción purulenta y enfermiza hacia lo detestable, de lo humano y deshumanizante de buscar en la pantalla aquello que la realidad, por suerte, no nos garantiza a la mayoría. De ese punto parte la construcción de Ángela como personaje: es una mujer que afirma repudiar la violencia y lo escabroso, pero durante toda la película va de la mano con ello, hasta alcanzar sus cotas más oscuras.
Fotograma de Tesis
Ángela es un personaje fascinante, tanto por sus actos como por lo que intuimos de ella. El juego de Amenábar para mostrarnos su verdad se plantea desde el descubrimiento de la cinta que desencadena todo el horror de la película: Ángela ofrece una resistencia constante a su deseo más esencial de ceder al morbo. Desde que la cinta snuff entra en su vida, la estudiante abraza a regañadientes esa parte curiosa y moralmente cuestionable que le lleva a disfrutar de la violencia explícita. Está llena de contrasentidos que la hacen humana y tangible, y la notamos cercana porque en ella nos adivinamos como espectadores.
Y es que no somos tan distintos de ella, al fin y al cabo. Es un dato muy sonado que el revuelo mediático del caso Alcàsser influyó en Amenábar para contar esta historia, pero los ejemplos similares que se han sucedido desde entonces con no poca regularidad son infinitos. Da igual el infanticidio, la desgracia o catástrofe (social o política) que suceda, ya estamos condenados a que siempre haya una cámara dispuesta a enfocar las vísceras de nuestra miseria emocional para satisfacer, como dice el retorcido profesor Jorge Castro en la película, las demandas del público. Porque, aunque nos tapemos los ojos, siempre intentaremos alargar la mano para tocar el cadáver.
Qué nos queda
Al terminar la película, nos quedamos exhaustos e incómodos. Y no es para menos: Tesis nos mete en la cabeza no solo que la siguiente paliza mortal nos la podríamos llevar nosotros, sino que además se podría armar un circo mediático a nuestro alrededor. Aunque el terror de ser víctima de una cinta snuff ha perdido su conexión con nuestra actualidad (hasta que estas cintas ocupen el mensaje de una campaña publicitaria de alguna empresa de seguridad, al menos), la maestría de Amenábar en su ópera prima fue, como en tantos otros clásicos, universalizar el terror de algo concreto, llevando al espectador a plantearse sus temas más allá del marco de la propia ficción. Ya sea por víctimas o victimarios, todos tenemos miedo al espectáculo, al qué dirán, a perder la compasión por los demás por tener una pantalla entre ambas partes.
Fotograma de Tesis
Es por todo esto que el tema de Tesis genera las demás partes de la película. La construcción de la trama y sus personajes e incluso la propia realización de Amenábar se articulan en torno al eje central del amor-odio a la espectacularidad del horror humano. También es por eso que se ha ganado un hueco en la galería de filmes imprescindibles del cine contemporáneo español, y por lo que merece, 25 años después, un revisionado que sorprende por actual.
¿Dónde puedes ver Tesis?
Tesis está disponible en HBO