El 21 de abril de 2016 nos dejaba uno de los artistas más influyentes de la historia del rock, el inigualable Prince. Hoy, cinco años después de su muerte, recordamos su incursión más exitosa en el mundo del cine: la película Purple Rain (Albert Magnoli, 1984).
Prince destacó, principalmente, por su música, con una producción muy prolífica, que dio lugar a más de cuarenta álbumes a lo largo de su vida. Pero Su Majestad Púrpura sobresalía además por su extraordinaria versatilidad, por ser un artista poliédrico que exploró diferentes disciplinas artísticas, entre ellas el cine.
Fotograma de Purple Rain
Un artista en la cima, buscando dar su siguiente golpe
Fue durante la gira de su quinto álbum 1999 cuando Prince empezó a esbozar el guion de lo que después sería Purple Rain. Quería presentar su música de una manera diferente, y una película parecía una oportunidad fantástica. Los éxitos de Prince con Warner, que había producido sus primeros trabajos, animaron a la compañía a dar luz verde al proyecto.
Albert Magnoli fue el elegido para dirigir la película y, como describe Mick Wall en el libro El Reino Púrpura, no fueron pocas las desavenencias que tuvo con Prince, ya que el guion del de Minneapolis le parecía “una mierda”. Así, Magnoli se sumergió en una investigación profunda sobre Prince, tratando de dar con la clave para desarrollar un proyecto exitoso. Eventualmente, conseguirían ponerse de acuerdo y levantar un guion lo suficientemente sólido como para poder hacer la película.
Imagen del cartel de Purple Rain
El éxito de The Kid
Purple Rain nos cuenta la historia de The Kid, un músico cuya vida está marcada por las dificultades económicas y los problemas con su banda y su familia. La aparición de Apollonia, una cantante recién llegada a Minneapolis, supondrá una vía de escape para The Kid. Pero de nuevo, los problemas se abren paso en la vida del músico, que verá cómo su rival trata de conquistar a Apollonia. The Kid tendrá que hacer frente a las circunstancias con su mejor arma: la música.
Sin duda, el plato fuerte de la película es la banda sonora, para la que Prince había compuesto ni más ni menos que cien canciones, en un nuevo ejemplo de inmensa prolificidad, de las que tuvo que seleccionar las doce que conformarían finalmente el álbum. Las canciones serían también decisivas para planear diferentes montajes y secuencias, entre las que destaca When Doves Cry.
Purple Rain se estrenó finalmente en julio del 84, con un éxito arrollador, siendo capaz incluso de destronar de la taquilla a Cazafantasmas. Este hito alzó aún más la fama de Prince, que vio cómo la película sirvió para hacer despegar el álbum, que alcanzaría los primeros puestos en las listas de Estados Unidos y Gran Bretaña, entre otros países, y el Oscar a Mejor Banda Sonora.
Fotograma de Purple Rain
MTV se tiñe de púrpura
Centrándonos ya como tal en la película, el espectador que se siente a ver Purple Rain tendrá que tener clara una cosa: no es una película convencional. Para entender Purple Rain hay que tener en cuenta el contexto en el que nace. La MTV se había puesto en marcha en el año 1981 (con la emisión de Video killed the radio star, de The Buggles, toda una declaración de intenciones), y el videoclip había revolucionado la industria de la música, con ejemplos tan míticos como el Thriller de Michael Jackson. En este sentido, Purple Rain se suma a este fenómeno y presenta una película que bien podría definirse como un extensísimo videoclip, que no solo introduce una canción, sino un disco entero.
Este enfoque “videoclipero” hace que la película no pueda ser vista como cualquier otro film. El espectador tiene que concederle ciertas licencias, las mismas que le permitiría a un video musical. Si bien en la película los personajes tienen arcos de evolución más o menos definidos, las resoluciones de estos arcos y de los conflictos, en general, tienden a resolverse de una manera bastante naif y acelerada. En la película, prácticamente todos los conflictos culminan en el momento en que Prince entona la frase inicial del tema Purple Rain: “I never meant to cause you any sorrow”, en el momento climático de la película.
Un videoclip es, a fin de cuentas, un elemento de promoción de un tema musical. Las discográficas daban una importancia decisiva a los videoclips en estos primeros momentos de la MTV, y buena parte del presupuesto de un álbum iba destinado a su grabación. Muchos contaban con directores de cine consagrados (recordemos de nuevo los videoclips de Thriller y Bad, de Michael Jackson, dirigidos por John Landis y Martin Scorsese). Por este motivo, un videoclip tenía que ser vistoso, rompedor, y no podía sino cuidarse al máximo. En Purple Rain este aspecto queda muy claro, ya que todo se “hiperestetiza”, aunque esa pompa muchas veces desentone con lo que está contando la película. Prince, o The Kid, se presenta como un músico pobre, pero eso no parece impedirle tener una enorme moto púrpura, trajes lujosos y peinados siempre perfectos, más propios de una superestrella del rock.
Fotograma de Purple Rain
Let´s go crazy: diversión y buena música
Purple Rain es entretenimiento puro, y lo cierto es que es algo que se agradece. Se trata de una película sin grandes pretensiones cinematográficas, que no se toma en serio a sí misma, y que busca hacerte pasar un buen rato, disfrutando de buenas (muy buenas) canciones. Del mismo modo que podría ocurrir en un videoclip, los estereotipos de los personajes están muy marcados. Parecen casi caricaturas o dibujos animados: Prince es un músico súper guay que en todo momento da su mejor perfil a la cámara, Apollonia Kotero, quizás la menos carismática de la peli, cumple como “la chica a conquistar” (en un papel que a día de hoy chirría un poco), y Morris Day, líder de la banda rival, The Time, se presenta como un histriónico villano vodevilesco.
Para ir terminando, hay que dedicar un apartado especial a lo mejor de la película: las canciones y sus respectivos montajes. Desde que empieza, la película ya te invita a levantarte y bailar, con la frenética Let’s go crazy, en una secuencia de siete minutos que sirve para presentar a todos los personajes y el mundo en que se desarrolla la historia. When Doves Cry funciona genial para mostrar el momento más bajo de The Kid. Computer Blue y Darling Nikki son casi como actuaciones en vivo, en las que resalta la principal cualidad de Prince como animal escénico de pies a cabeza, capaz de cantar, tocar la guitarra y bailar a un nivel espectacular. Finalmente, cabe destacar los números de Purple Rain, el clímax de la película, y las más amables I Woud Die 4 U y Baby I’m a Star, para acabar con una dosis de buen rollo.
Fotograma de Purple Rain
Purple Rain es una de las mejores películas de rock de la historia, que muestra a Prince en uno de los grandes momentos de su carrera. Sin duda, la opción perfecta para celebrar la música del genio de Minneapolis en el quinto aniversario de su muerte.
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