El pasado viernes se estrenó Scream VI (Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett), la última entrega de la saga meta-slasher que inició Wes Craven en 1996. La película nos traslada a Nueva York junto a los supervivientes de la última masacre de Woodsboro, donde Ghostface les espera para sembrar el caos en pleno Halloween. Da igual lo lejos que huyas, nunca respondas al teléfono.
La secuela de la recuela
La saga Scream se caracteriza por su ejercicio metarreferencial, y su sexta parte pone toda la carne en el asador. La primera entrega jugaba con los clichés y las reglas del género slasher, y su descendencia hacía lo propio con las secuelas de terror, las trilogías y los remakes. Tras años de parón, Scream (Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, 2022) revisó el panorama de terror actual con un juego sobre el terror elevado y las recuelas, y la sexta parte sube la apuesta al utilizar los elementos de la propia saga: sus personajes están en una franquicia, y sus muertes están guiadas por esas reglas.
Las referencias al terror en general se encuentran por todas partes: la localización es un claro guiño a Viernes 13 parte VIII: Jason toma Manhattan (Rob Hedden, 1989), y los habitantes de Nueva York celebran Halloween disfrazados de algunas de las mejores películas de género de los últimos años. La película es un homenaje a su propia saga, con un asesino que fetichiza a los anteriores Ghostfaces, sus métodos, sus víctimas y sus supervivientes. No solo se hace autoconsciente como parte de una franquicia, también sabe que es la secuela de la recuela: todo es más grande, más violento, más extra y nadie, por muy veterano que sea, está a salvo.
Una familia de Final Girls
Fotograma de Scream VI
Scream VI nos trae de regreso viejas caras conocidas. Sam, Tara, Chad y Mindy han dejado su pesadilla en Woodsboro atrás e intentan sanar del trauma empezando una nueva vida en la ciudad de Nueva York. En cuanto Ghostface saca el cuchillo, nuestra querida reportera Gale Weathers está olfateando la noticia al pie del cañón. La nueva oleada de crímenes trae también a Kirby Reed, que ha aprendido a lidiar con el remake de la masacre uniéndose al FBI. Todos ellos han estado en el punto de mira, han sufrido y han sobrevivido. Forman parte de una familia de Final Girls, unidas por la misma pesadilla.
Por primera vez, Sidney Prescott no acude a la reunión familiar. Sam y Tara tomaron el relevo a la eterna protagonista en la anterior entrega, y esta vez emprenden el vuelo por sí mismas. Sidney está a salvo, lejos de asesinatos y llamadas extrañas. Ha tenido su final feliz, y se lo merece. Mientras tanto, Sam y Tara lidian a duras penas con las consecuencias de su pasado. Varios foros de internet señalan a Sam como culpable de los anteriores asesinatos, haciendo referencia constante a sus lazos de sangre con Billy Loomis. Y cuando Ghostface empieza a matar de nuevo, todas las pruebas la incriminan. Las dos hermanas hacen su viaje del héroe de la mano y pasan por un nuevo calvario, a través del cual reafirman sus lazos y encuentran fuerzas para seguir adelante. Con dos apariciones en la saga, se han ganado un lugar de honor en el hall de la fama de las Scream Queens.
Más vivos que nunca
Fotograma de Scream VI
Con 26 años a sus espaldas, Scream vuelve a demostrar que aún tiene mucha guerra que dar. Las señas de identidad de la saga se dan un homenaje y se desarrollan con creces. Las secuencias de persecución están ejecutadas con maestría (mención especial a la escena del metro, probablemente la mejor de la película). Las muertes, aunque quizá algo escasas, son muy remarcables y el gore está bien repartido a lo largo de las mismas.
Quizá el tropo ejecutado con menor espectacularidad sea la revelación. Los asesinos son creíbles y su motivación está bien justificada, pero el clímax de la confesión no llega a emocionar. La película vuelve a hacerse autoconsciente de su estatus como secuela de la recuela, convirtiendo a estos asesinos y sus motivos en un reflejo de Scream II (Wes Craven, 1997). El final es apoteósico, en especial para Sam y Tara, pero da la sensación de que, a las luces de las sirenas de policía, hay más supervivientes de los que debería. Por suerte, podremos verles gritar en nuevas entregas.
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