El cine ha sido superado. La forma artística más novedosa del siglo XX ha alcanzado sus límites. Podemos decir que todo el cine ya se ha inventado y no hay opción a crear historias verdaderamente nuevas. En ese caso, ¿hay que dejar de hacer cine? ¿Cómo aportar algo nuevo a un arte que ya ha dicho todo?
En primer lugar, calma. Es verdad, en cierto modo todo lo que podía contarnos el cine, ya nos lo ha contado. Esto no es nada nuevo, ya nos lo decían Jordi Balló y Xavier Pérez en el fantástico libro La semilla inmortal. El cine se ha nutrido de una serie de relatos que tenían orígenes en la literatura universal y ha terminado por agotarlos, hasta el punto de que se repiten una y otra vez. Del mismo modo, a lo largo de casi 130 años de historia, el cine ha ido creando un repertorio de imágenes que hace cada vez más complicado generar algo verdaderamente novedoso.
¿Quiere decir todo esto que directores y guionistas deberían tirar la toalla? Al fin y al cabo, si ya está todo inventado, de qué sirve intentar escribir nuevas historias que van a contar lo mismo de siempre. Este es el quid de la cuestión: ya se ha contado todo, pero hay muchas maneras de contarlo.
El cine vuelve al cine
El cine, como todas las formas de arte, ha sabido ir reinventándose a lo largo de los años. Aprovecha no solo la tradición cultural literaria y teatral, entre otras, sino también la propia tradición cinematográfica. Fruto de ello son los remakes y reboots que, en los últimos años, inundan las carteleras de una forma (abrumadoramente) masiva.
El remake es una forma de contar la misma historia desde un enfoque nuevo, o con medios más modernos, con ejemplos tan sobresalientes como La Cosa (1982), de John Carpenter, basada en la película El enigma de otro mundo (1951), o tan decepcionantes como la última revisión de Cazafantasmas (2016), que no fue bien acogida por la crítica y el público, a pesar de la popularidad y el cariño del que gozaba la saga creada en 1984.
Fotograma de La Cosa (Universal Pictures)
Tarantino es un DJ
No obstante, vamos a dejar a un lado remakes y reboots para ver que se pueden hacer obras frescas sin necesidad de recurrir al refrito de películas pasadas. En este panorama en el que está todo hecho, el nuevo creador (en este caso el guionista o el director de cine) se ha convertido en un DJ. En música, el DJ es el encargado de mezclar composiciones propias y ajenas, de samplear canciones preexistentes para crear una obra nueva.
En este sentido, podemos fijarnos en Quentin Tarantino, uno de los directores más aclamados desde los 90, para ver que se comporta más como un verdadero DJ que como un director de cine. Tarantino es un cinéfilo y melómano compulsivo, y utiliza toda esta biblioteca mental a su favor para crear películas que han conseguido ese carácter novedoso. Así, en una película como Kill Bill (2003), en la que no nos cuenta absolutamente nada nuevo (es una historia de venganza al uso), el cómo se cuenta es lo verdaderamente valioso.
Tarantino mezcla múltiples imágenes: desde el mítico mono amarillo que luce Uma Thurman, inspirado en Bruce Lee, hasta planos como el de la Novia herida en el suelo, que nos remiten a El bueno, el feo y el malo (1966) o la melodía que silba Daryl Hannah, extraída de Twisted nerve (1968). Este uso inteligente de referencias y mezcla de imágenes es lo que hace grande a Tarantino, que ha basado toda su filmografía en esta tendencia posmoderna, de la que el pastiche es una de las señas de identidad.
Fotograma de Kill Bill: Volumen 1 (Miramax)
Star Wars: la mezcla como renovación
Dirán algunos: bueno, pero ya no se puede revolucionar el cine, hacer una obra que marque un antes y un después, por muy ingeniosa que sea la mezcla. Esto no pareció ser un problema para Star Wars, que en 1977 dio un giro de 180º a un cine cada vez más agotado y redundante en las mismas historias. George Lucas supo escoger cuidadosamente una serie de referencias culturales: desde la tradición de samuráis japonesa, pasando por el western y los films de Kurosawa y películas como Flash Gordon, etc., para conformar un universo nuevo, que dio una vitalidad y un empuje decisivo al cine. De nuevo vemos cómo, habiéndose contado todo, la renovación, incluso la más extrema, pasa por el mashup, la mezcla.
Fotograma de La guerra de las galaxias: Episodio IV - Una nueva esperanza (Lucasfilm)
La La Land es un mashup
Me centro ahora en un ejemplo más inmediato. Al fin y al cabo Kill Bill tiene ya casi 20 años y Star Wars, 44. En 2016 apareció una de las películas más destacadas de la segunda década del XXI, que consiguió encandilar a público y crítica. La La Land, de Damien Chazelle, enamoró en la gran pantalla al mostrar un musical que, aún hundiendo sus raíces en los musicales del Hollywood clásico, se sentía fresco y nuevo.
Chazelle, de nuevo, no nos cuenta nada que no hayamos visto ya: una historia de romance y de perseguir tus sueños bastante común. La genialidad radica en cómo supo dar a ese relato un enfoque personal, llamativo y muy atractivo. Así, el Chazelle DJ crea un mashup en el que las imágenes nos hacen dar un paseo por películas (especialmente musicales) como Cantando bajo la lluvia (1952), Grease (1978), Los paraguas de Cherburgo (1964) o West side story (1961), entre otros muchos. Igualmente, en el apartado técnico de la película, otro de sus puntos fuertes, vemos cómo también incorpora elementos retro a su propia puesta en escena: el Technicolor, los carteles de neón que se superponen, etc.
Fotograma de La La Land (Summit Entertainment)
Todos estos repertorios iconográficos ya existentes, unidos en un proyecto inteligente, con un sello autoral tan personal como el de Chazelle, contribuyen, a pesar de todas sus raíces, a crear una obra original y novedosa, capaz de aportar un soplo de aire fresco a la historia del cine.
Para terminar, diré que esto es simplemente una teoría abierta a interpretaciones y discrepancias, no una ley universal escrita en piedra. No obstante, si nos detenemos a analizar la historia del cine, y especialmente la del cine de las últimas décadas, no parece descabellado admitir que ya está todo hecho, y que el mashup cinematográfico se impone así como la vía más efectiva a la hora de crear cine nuevo y de calidad.
¿Dónde puedes ver estas películas?
La Cosa (Filmin), El enigma de otro mundo (Filmin/FlixOlé), Cazafantasmas (Netflix), Los Cazafantasmas (Prime Video), Kill Bill: Volumen 1 (Movistar+), El bueno, el feo y el malo (FlixOlé), Star Wars (Disney+), Cantando bajo la lluvia (Apple TV), Grease (Prime Video), Los paraguas de Cherburgo (Prime Video/Filmin), West Side Story (Filmin).