Hoy se estrena en cines El universo de Óliver (2022), el primer largometraje del director gaditano Alexis Morante, que nos transporta al Algeciras de los años 80 y a un universo de fantasía, reencuentros y duelo.
Óliver, interpretado de manera preciosa por Rubén Fulgencio, se acaba de mudar con su familia a Algeciras, el pueblo en el que se criaron sus padres y toda su familia, justo cuando va a pasar el cometa Halley. La mudanza, provocada porque su padre Miguel (Salva Reina) se ha quedado sin trabajo, empieza muy mal: una persecución de cobradores del frac es lo que provoca que Óliver conozca a los chicos del barrio, quienes se convertirán en sus nuevos amigos. A raíz de esto, comenzaremos a seguir esta historia (que no solo lo involucra a él) a través de los ojos de un inocente, pero también inteligente, Óliver.
¡Sin spoilers!
La fantasía de Óliver
Sintiéndose un poco fuera de lugar, Óliver se refugia en sus fantasías desde el primer minuto que lo conocemos. Entendemos pronto que su vida interior es mucho más amplia de lo que es capaz de expresar con palabras —algo muy propio de los preadolescentes— y es por ello que, azuzado por su abuelo, se obsesiona con la hora exacta en la que pasará el cometa Halley y en cómo lograr subirse a él... Todo esto no será más que su manera de sobrellevar una situación en su vida a la que aún no ha sido capaz de enfrentarse.
Fotograma de El universo de Óliver
Pero esta maravillosa fantasía no solo se retrata con el cometa. Óliver y sus amigos, obsesionados con ganar un partido de fútbol muy importante el día de Reyes —en el que se juegan lo único que les importa, el campo de fútbol—, harán de situaciones mundanas momentos excepcionalmente mágicos. Y esto es lo más bonito del cine —y de la niñez—: nos permite experimentar situaciones que de otra forma serían corrientes o aburridas, de manera fantástica y loca. La niñez tan ingenua que tienen Óliver y sus amigos nos hace revivir esa etapa que tan corta se nos asemeja cuando nos hacemos mayores y empezamos a entender cómo realmente funciona la vida. Y aunque Óliver no queda exento de su dosis de realidad, acaba la película agarrándose con fuerza a ese sentimiento, y pasándole un poco a su padre —que mucha falta le hace—.
Reencuentros que cuestan
Volver al pueblo que te vio crecer y marcharte, para regresar sin un duro, no es tarea fácil. Miguel y Carmela (María León) se fueron de Algeciras y construyeron su vida en Madrid, pero cuando las cosas se ponen feas, saben a donde volver. Y aunque les cueste mucho —especialmente a Miguel—, acabarán abriéndose de nuevo a esos amigos de la niñez que ahora son adultos, y encontrando en ellos a una nueva familia.
Fotograma de El universo de Óliver
La historia de Miguel y Carmela es el drama familiar que orbita la historia fantástica de Óliver, pero que termina permeando en ella, quieran o no. Óliver, siendo un niño perceptivo, se da cuenta de los problemas económicos, de las peleas familiares, de la tristeza que de alguna forma impregna su casa ahora. Y es que volver a casa obliga a que sus padres se reencuentren también consigo mismos —como personas y como pareja—, y les obligará a recorrer un camino duro, pero que terminará dando sus frutos, si son lo suficientemente valientes para recorrerlo.
El duelo infantil
¿Cómo enfrentarse a la muerte de un ser querido cuando eres un niño? Esta es la pregunta que se han hecho muchos directores cinematográficos a lo largo de los años, y más recientemente en películas como Verano 1993 (Carla Simón, 2017), o adaptaciones como Un monstruo viene a verme (Juan Antonio Bayona, 2016), se ha intentado dar una respuesta. Pero ¿hay una, realmente?
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Fotograma de El universo de Óliver
En El universo de Óliver, cada uno sobrelleva la situación como puede: Miguel se centra de lleno en encontrar trabajo, en ganar dinero, en sacar adelante a su familia. Carmela busca mejorarse a sí misma, y también mantener la comida en el plato de sus hijos. Y Óliver… Óliver se agarrará a su fantasía para poder aceptar, finalmente, la situación más traumática que ha vivido hasta la fecha. Y por mucho que sus padres intenten acolchar el golpe, en estas situaciones no hay nada que hacer. No se puede quitar el dolor ajeno por mucho que queramos. Es por esto que Óliver vivirá todas las aventuras que sean necesarias, y cometerá todos los errores que sean necesarios: porque está aprendiendo a ser consciente de las cosas. Está viviendo ese paso hacia la adolescencia que tanto cuesta pero que tanta falta nos hace a todos.
El universo de Óliver nos lleva en un importante viaje emocional de la mano de Óliver, pero también nos permite respirar, sonreír y fantasear durante un rato, recordándonos que crecer no significa dejar de creer en la magia.